Hojas de laurel y laureados

Cuando se inicia un nuevo año, es inevitable querer tener un comienzo estupendo que sirva como prólogo para los meses venideros, con la idea de que sean mejores o, por lo menos, iguales a los del año anterior.

Así que aquí iniciamos este 2016 con hojas de laurel —eso que echamos a las lentejas y otros guisos— por varias razones:

• El blog habla de lo que habla —aunque no lo parezca, nos gusta hablar de comida—.
• Ante los tiempos que corren, una ramita de olivo no va a ser suficiente.
• Es de bien nacidos ser agradecidos.

EL NOBLE LAUREL

Laurus nobilis, el laurel de toda la vida, es una planta aromática que tiene una profunda simbología; es sinónimo de triunfo, victoria y grandeza. Para la cultura latina, el laurel no era un árbol más, era EL árbol y lo adoptaron como planta nacional —tipo Canadá y su arce—.

Presumiendo de erudición —no mía, sino de Google—, Laurus (latín) deriva de una antigua raíz indoeuropea: drau- o dru-, que significa «leño, tronco de árbol». De esta misma raíz brota la palabra celta druida (que vive entre los árboles), o la griega dríade (divinidad que habita en los bosques).

Por si fuera poco, también se relaciona con laudare (encomiar, alabar) o con expresiones como summa cum laude, usada para decir que eres el puto amo merecedor de máximas alabanzas.

Dibujo botánico del laurel (laurus nobilis).

Los antiguos griegos no se quedaban atrás y le otorgaron origen divino con el mito de Apolo y Dafne: ninfa huye de chico divino y termina convertida en un árbol de laurel. Al pobre Apolo no le quedó otra que decir:

«Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria».

En esta representación, Dafne tenía hasta alas. Apolo y Daphne (Antonio del Pollaiuolo, ca. 1470-1480).

A partir del mito, el laurel quedaría consagrado al dios Apolo y, por tanto, a todos sus poderes divinos. Teniendo en cuenta que este dios era multiusos (dios del sol, de la purificación, de la inspiración artística y profética, de la muerte súbita, de la perfección, del equilibrio…), el laurel quedó como planta para todo.

Hoy en día, nos queda su uso ornamental, medicinal y, por supuesto, culinario. Las hojas se pueden consumir frescas o secas. Secas duran cerca de un año; tras ese tiempo pierden parte del aroma y adquieren un sabor amargo. Las bayas secas tienen un sabor más fuerte y robusto; con ellas en Italia se hace el licor Laurino.

CORONA PARA LOS LAUREADOS

Todo esto nos lleva a la corona de laurel (laureola o lauréola) que adornaba cabezas de atletas, emperadores y militares. Pero recordemos que Apolo era el dios de la sabiduría, de la inspiración artística, patrón de la música y la poesía…, por lo que también se consideraban meritorios de alabanza a poetas y literatos.

El poeta (José de Ribera, ca. 1620-30).

Y he aquí el objetivo de esta entrada: agradecer con una corona de laurel «virtual» —si hace ilusión, cada uno que se coja unas hojitas de laurel y se haga su corona— a poetas, literatos, eruditos y demás artistas con los que he disfrutado en 2015 y de los que espero seguir disfrutando este 2016. De paso, agradecer a varios compañeros de la blogosfera el que se hayan acordado de mí en algún momento.

Esto no son premios ni son nada, solo un agradecimiento laureado.

Laureolas agradecidas para Suprimatec, Be artis Be Art, Quirico y José Ángel Ordiz.

Y laureolas a tutiplén también para el Aguijón Escarlata, Alguien, Amalaidea, Ana, Arte, Bercian, Chus, Cmacarro, Diccineario, FlorProfusa, Francisco Javier Tostado, Icástico, Johan, Laacantha, Lorelaritos, Leticia, Natalia, Obleas, Optimista, Rosaluma, Sibarel, Valeria… y a todo quisqui, porque me van a banear con tanto enlace y porque nosotros lo valemos, ¡ea!