El 24 de noviembre de 1859 (¡solo 56 años! antes de la presentación de la Teoría de la Relatividad), Charles Darwin publicó El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida. El 24 de noviembre de 1974, se hallan los restos de Lucy. Así que tras siglo y medio (156 años exactamente) corroborando sus teorías y los seres humanos parecemos involucionar más que evolucionar.
En fin, me he preguntado qué debía de comer Darwin para mantener esa mente privilegiada y, rascando por internet, parece ser que toda su familia daba mucho de que hablar tanto gastronómica como científicamente.
EL ORIGEN DE LA HISTORIA, ERASMUS DARWIN
Escritor, lingüista, médico, naturalista, fisiólogo, filósofo… Erasmus Darwin, además de ser el abuelo paterno de Charles Darwin, fue un genio por derecho propio y miembro fundador de la Sociedad Lunar, sociedad científica entre cuyos miembros estaban James Watt (inventor de la máquina de vapor), Jean-Baptiste Lamarck (uno de los naturalistas más importantes de la historia), Benjamin Franklin y muchos más.
Pensar mucho consume mucho azúcar, por lo que no es de extrañar el apetito legendario de Erasmus Darwin. Según cuentan, la circunferencia de su cuerpo iba creciendo con los años hasta el punto de tener que recortar su mesa para que pudiera sentarse cómodamente.
EL CLUB DE LOS GLOTONES
A pesar de su interés en la comida, el apetito de Charles Darwin no evolucionó de la misma manera que el de sus ancestros. Durante más de 20 años sufrió todo tipo de síntomas desagradables —no doy detalles porque da un pelín de asquete—. En mi humilde opinión, creo que su zoofagia, aunque fuera con intenciones científicas, bien pudiera ser una de las causas.
Charles Darwin poseía un paladar de lo más aventurero. Mientras estudió en Cambridge, presidió el Glutton Club (Club de los Glotones). Este club del gourmet se reunía semanalmente para encontrar y comer «carne extraña» (strange flesh): pájaros y bestias que fuesen antes desconocidos para el paladar humano. Documentada está la degustación del halcón o el avetoro, una especie de garza.
El club finalmente llegó a un abrupto final cuando les sirvieron búho. Darwin describió el sabor de este último como indescriptible y su digestión una tortura. No obstante, su asociación con el Glutton Club le serviría como entrenamiento para sus futuros viajes.
PALADAR TODOTERRENO
Lo de ser ecológico y conservacionista en aquella época no es que estuviese de moda, por lo que hay que perdonar a Darwin si comió todo aquello que se moviera en nombre de la ciencia.
En sus viajes cató armadillos, cuyo sabor le recordaba al del pato —hoy en día seguro que nos sabría a pollo—; un puma, una iguana, una especie de ñandú que posteriormente se rebautizaría como ñandú de Darwin. La mejor carne que probó en su vida (sus propias palabras) pertenecía a un misterioso roedor que aún hoy se discute si era un agutí o un capibara.
Por supuesto, la anécdota más famosa es su afición a la tortuga, la cual adoptó en su viaje a las Islas Galápagos. Entre 39 a 48 tortugas se subió Darwin al Beagle para el viaje de vuelta. Supuestamente una sobrevivió, la bautizaron y murió en un zoo de Australia en 2006 a la edad de 176 años —esto por leer todo lo que Google te ofrece—; aquí la noticia.
PHYLUM FEAST EN HONOR A DARWIN
Actualmente y por el historial gastronómico del señor Darwin, la gente valiente celebra el Día de Darwin (12 de febrero, fecha de su nacimiento) organizando un banquete Phylum Feast, llamado así porque el menú se compone de todos los phyla que se puedan conseguir, es decir, de cualquier grupo en los que se dividen los reinos en los que se catalogan a los seres vivos.
Si quieres ver la cara que se te queda en un Phylum Feast de verdad, aquí una cena de Dan Burdbrige.
EMMA DARWIN, LA GRAN MUJER QUE HAY SIEMPRE DETRÁS
Toda la documentación personal apunta a que Emma era la roca en la que se apoyó Charles Darwin a lo largo de su vida. Con semejante marido, siete hijos y doce sirvientes a los que alimentar, también demostró tener una mente científica que tuvo que centrarla en el cuidado de la familia.
Su libro de cocina destaca por el enfoque metódico con el que recopilaba las recetas. El propio Darwin anotó alguna instrucción, tipo cómo hervir el arroz.
En 2008 se publicó Las recetas de cocina de Emma Darwin (Mrs. Charles Darwin’s Recipe Book). Sus autoras: Dusha Bateson y Weslie Janeway, dos historiadoras que investigaron también entre los cuadernos personales de la señora Darwin.
En el libro se recogen más de 40 platos victorianos fáciles de hacer: hojaldre de queso, champiñones a la parrilla, manzanas al horno…; pero es también un reflejo de la alimentación y estilo de vida de toda una época. Y su edición es espectacular, trabajo fino.
Está publicado por la Universidad de Cambridge y los fondos obtenidos con la venta se destinarían a la financiación de proyectos de investigación relacionados con Charles Robert Darwin.
«Su teoría de la evolución por selección natural es una de las más importantes de la ciencia y todavía estudiamos todo lo que él (Darwin) escribió«, dijo Adam Perkins, comisario de manuscritos científicos de la Biblioteca de la Universidad de Cambridge. Sin embargo, precisó Perkins, «se trata de un proceso caro que requiere gente cualificada, por tanto la financiación continua del proyecto resulta vital«.
—Fuente: El País
Más info:
Darwin Online: Algo así como la web oficial sobre Charles Darwin. Está en inglés y parece anclada en los 90, pero lo tiene todo sobre él.
Me dejas impresionada, pobre mujer…
¡Y que asco XD!
Y el phila ese, a mi que no me llamen ¡jajaja! donde este un bocata de tortilla de patatas que se quiten esas cosas…
Un saludo
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¡Jajajaja! Yo también voto por el bocata de tortilla con patatas (y cebolla, very important). Me han contado los biólogos cotillas que Darwin, una vez casado, se volvió muy casero y comía lo mismo que el resto de los mortales, que su estómago no estaba ya para muchos trotes.
Un saludo y gracias por pasarte y comentar 🙂
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No me extraña con todo lo que se zampó antes no creo que tuviera el cuerpo para muchas juergas..¡jajaja!
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Si es que por muy genio que seas, todo estómago tiene sus límites, así lo dicta la evolución 🙂
Saludos
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Muy interesante!! Hay que ver hasta que punto llega la glotoneria… asquito puro! jaja Saludos!
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¡Jajajaja! Hay gente que lo de omnívoro lo lleva a extremos insospechados… También lo pienso cuando veo a alguien comer caracoles 😉
¡Gracias por pasarte! Saludos
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Pues confieso que los caracolitos en la paella me gustan… 😀
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Jejeje, eso está bien, que haya variedad en el gusto, digo. Yo te regalo todos los caracoles que encuentre en paella 🙂
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Trato hecho! 👍 jaja Saludos!
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Qué buena entrada!!! Me encanta el tema de evolución, junto con el instinto, mis favoritos!!! No sabia nada de los extravagantes gustos culinarios d Darwin, menudo trabajo has hecho!!! Felicidades.
Me encanta tu blog, intentaré ponerme al día cuanto antes, besitos desde Tenerife!!!!
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¡Muchas gracias! A mí también me gusta el tema del instinto y también me gusta mucho tu blog, también me gustaría ir alguna vez por tu tierra y… bueno, me encanta que te guste 🙂
¡Gracias por pasarte y comentar!
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